Luis Salas.
25-07-2022.
Econ. Luis Salas. |
En función de lo que ha sido la evolución de los acontecimientos económicos y políticos en nuestro país durante los últimos años, solemos sobredimensionar las variables internas en detrimento de las externas a la hora de realizar cualquier análisis. Así las cosas, la evolución del tipo de cambio, por ejemplo, se asume como un hecho meramente endógeno, fruto bien sea de la política económica gubernamental o de la acción de los agentes económicos locales, desde los consumidores hasta los empresarios. Sin embargo, si algo está dejando claro el devenir último de la economía global, es que esta perspectiva es sesgada, por más peso que puedan tener las variables internas a la hora de los análisis.
Así, por ejemplo, estamos viendo cómo la inflación se está convirtiendo en un fenómeno global que ya no puede ser achacado “al fracaso del socialismo” y ni siquiera puede decirse sea un fenómeno monetario, en el sentido se deba a la “emisión irresponsable de gobiernos populistas”. Y en este sentido, luce muy probable que los desbarajustes cambiarios observados recientemente en nuestro país hayan sido principalmente causados por las turbulencias planetarias, que de alguna manera han comprometido el curso de las políticas públicas, que mal que bien habían logrado cierta estabilidad cambiaria y, por tanto, de precio.
Y una de estas turbulencias tiene que ver precisamente con la revaluación global del dólar, una auténtica arma de destrucción masiva.
Puede decirse que en este caso nos encontramos con un fenómeno que a grandes rasgos tiene dos causas, ambas de las cuales se relacionan directamente con las consecuencias de la pandemia global de Covid-19.
En primer lugar, para mitigar los efectos de la recesión generada por la cuarentena planetaria, la mayoría de las economías, incluyendo –y sobre todo- los Estados Unidos, aplicaron agresivos planes de estímulo fiscal por más de tres trillones de dólares al tiempo que los bancos centrales disminuyeron las tasas de interés para abaratar el crédito. Este incentivo a la demanda agregada fue necesario para aminorar los efectos sobre el desempleo, permitiendo, de hecho, que la mayoría de las economías salieran relativamente rápido de la recesión. No obstante, y esta es la segunda causa, esta expansión fiscal y monetaria se enfrentó con la disrupción y alteración de las cadenas globales de suministros que crearon un severo problema para la producción de bienes y la provisión de servicios, dando lugar a lo que se conoce como un shock de oferta. Lo acontecido este año a partir de la guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia, así como el rebrote de covid en China, vino a agravar el cuadro, generándose el cuadro inflacionario global actual.
La situación en Europa se está "calentando" y no solo por el verano inclemente (40 grados en Londres) sino por el boomerang de las sanciones antirusa. Este 27 -pasado mañana- será un día clave por dos razones.
La primera es que la empresa
rusa anunció que a partir de ese día dejara de bombear casi 50% del gas que
está actualmente bombeando a Europa al para una segunda turbina del Nord Stream https://actualidad.rt.com/actualidad/436619-gazprom-anuncia-detencion-funcionamiento-turbina
Estas declaraciones de la
ministra de exteriores alemana da cuenta del tamaño del embrollo que se avecina
https://actualidad.rt.com/actualidad/436492-ministra-exteriores-alemana-advierte-revueltas
Y la segunda razón es que tendrá lugar la reunión de la FED donde se espera un nuevo aumento de la tasa de interés, con las consiguientes consecuencias financieras y monetarias que tal medida suele tener.
Aunque en un primer momento los bancos centrales y gobierno globales optaron por no aplicar medidas restrictivas a sabiendas de que las causas de la inflación no son de suyo monetarias y, por tanto, se podía más bien crear un cuadro recesivo, poco a poco y a medida que aumentan los IPC a niveles históricos que ya pueden superar los dos dígitos, han tendido a aumentar las tasa de interés. Ya lo hizo le FED en mayo y junio y ahora la UE. La consecuencia inmediata ha sido la revaluación del dólar, dado que en un mundo de alta movilidad de capitales, el alza de la tasa de interés en Estados Unidos y con expectativas globales de recesión y declinación de las bolsas de valores a nivel global, hacen que el dólar y los papeles del tesoro norteamericano funjan de refugio. Ello ha motivado que, por ejemplo, el euro, que en diciembre de 2021 se cotizaba en US$ 1,15, al 18 de julio de 2022 se negocie a la par del dólar. El descalabro de las criptos también es una consecuencia inmediata de esto.
A medida que vaya llegando el otoño y el invierno en el hemisferio norte, todo este cuadro amenaza con empeorar. El conflicto en Ucrania no parece tener solución cercana y aunque parezca suicida, la misma UE lo está alentando.
Los alemanes y la UE están promoviendo seguir comprando el gas ruso pero ponerle un precio máximo. El problema con esto es que necesita de la aprobación de Rusia, que a todas estas ve con mejores ojos voltear hacia China y vender más caro, además de quitarse el problema de negociar con la UE en abierta hostilidad hacia ella. La alternativa de la UE es comprar a los Estados Unidos, que a la sazón está reviviendo el esquisto, que en mi opinión es lo que está de tras de todo esto en un típico juego a doble banda de la política exterior norteamericana: dobla la cerviz a la UE, la hace energético dependiente, reduce la influencia rusa y al mismo tiempo revive una industria que había caído en desgracia por la caída del precio de los combustibles. La respuesta rusa es voltear hacia Oriente, desde Irán hasta china, pasando por la India y hasta la díscola Turquía, en una estrategia que hasta ahora está funcionando a la perfección. El caso es que los Estados Unidos también está calentando esos escenarios, en especial el chino, que es el objetivo en última instancia de la OTAN-USA. De más está decir que los grandes perjudicados acá son los europeos que por esa vía terminarán "tercermundarizados".
Así las cosas, en lo inmediato tenemos la confluencia de tres males: inflación global, revaluación del dólar y recesión. Y en medio de este escenario, nuestro país se encuentra de nuevo en una disyuntiva. De un lado, en la medida que buena parte de nuestro abastecimiento actual es importado, un dólar revaluado nos permite compensar, en parte, el incremento de los precios en el mundo. Sin embargo, en la medida que una parte de las importaciones se hace de países “no convencionales” (Turquía, por ejemplo) el costo de las importaciones tiende a encarecerse aún más o en todo caso dicha compensación no alcanza. De forma adicional, es posible que ante las restricciones locales al crédito en bolívares, una parte importante de comerciantes y empresarios haya recurrido al externo, que se encarece ahora por el aumento de las tasas de interés, sumándose a la ya gran deuda externa pública y privada encarecida por la misma razón. La compensación aquí sería, como en otras épocas, la variable petrolera, que de cierta manera lo ha venido siendo, pero con niveles productivos más o menos en torno de un 25% del histórico. Por lo demás, es claro que nuestro país no es ajeno a la fuga de capitales, incluso en estos momentos, que tenderá a aumentar en la medida que los bonos del tesoro y el dólar se hagan más atractivos.
No hay consenso en torno a qué pasará con la reunión de la FED de este 27, pero hasta ahora todo indica se dará un nuevo aumento de las tasas. Así las cosas, es esperable una nueva oleada de presiones cambiarias. No tendría nada de extraño que por estos días al menos el paralelo supere la barrera de los 6 Bs., sobre todo si el bitcoin se ve afectado.
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