Roberto Hernández Montoya,
ÚN, 11 de junio de 2021.
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Roberto Hernández Montoya. |
La ignorancia puede llegar a ser mortal si la agrava la soberbia. Gregorio Magno promulgó los siete pecados capitales, o sea, que engendran más pecados. De ellos la soberbia es ubérrima, porque quien se cree la gran cosa se arroga derecho a ira, gula, lujuria, también capitales. Quienes formulan los disparates que enumeré arriba padecen, además de perdonable ignorancia, de inexcusable soberbia. Por eso profesan racismo y demás imbecilidades iracundas como la puputov.
Eso explica cómo después de formular esos desatinos se quedaron radiantes. Ni siquiera percibieron que dijeron una mentecatez capital, es decir, emblemática, paradigmática y hasta legendaria, que estimula más baraturas.
En las elecciones de 1945 el gobierno de Isaías Medina postuló a un buen señor que escribió para este diario —de su puñetazo y letra, por lo que no podía alegar error ajeno— una esquela con la palabra “entuciasmo”, así con C. El vocinglero partido Acción Democrática explotó el gazapo con gran saña y hasta alguien compuso la jovial guaracha "La C de Biaggini". Debió retirarse de la vida pública y se le recuerda solo por esa C, aunque al parecer tenía méritos para ser evocado por más que una letra errática. En política hay que tener tino porque esas resbaladas no se perdonan. Aunque la dirigencia opositora abusa de la actual impunidad para el oscurantismo. Hay quienes llegan a presidentes de los Estados Unidos profiriendo ignominias como Bush hijo: “En esta década debemos llegar al sistema solar”, entre otras pruebas de oscura lucidez. Es el más famoso, pero hay quienes hasta recomiendan ampolletas de cloro contra la Covid-19, sin importarles el peligro de aconsejar enormidades así desde la presidencia de lo que queda del jajá Imperio.
Instruirse no hace daño.
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