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Abril de 2021.
Para el gran capital, enfrentar al Covid-19 tiene que ser un gran negocio o no es. |
Las denominaciones de las vacunas que se están distribuyendo en Europa y Estados Unidos ya nos resultan familiares por el nombre de sus empresas fabricantes: AstraZeneca, Pfizer/Biotech, Moderna, Janssen (Johnson & Johnson). Sin embargo, no se habla tanto de cuáles son sus accionistas, o dicho de otra forma, quiénes son los dueños de las vacunas. Como era de suponer básicamente se trata de fondos de inversión.
Lo curioso es que si los analizamos encontramos dos fondos comunes a todas ellas (incluso en otras vacunas que están pendiente de aprobarse, como la de Novavax): The Vanguard Group y BlackRock. Estos dos fondos de inversión administran 16 billones de dólares. Si fueran un bloque de naciones, serían la tercera potencia mundial, solo por debajo de Estados Unidos y China, de acuerdo con datos del Banco Mundial en 2019.
Su poder es tal que han presionado para que las principales farmacéuticas occidentales se coordinen y negocien conjuntamente. Según la revista financiera Expansión, «Pfizer y Moderna trabajan, cada una por su cuenta, con otras biofarmacéuticas como Rentscheler Polymun, Rovi, Recipharm, mientras que AstraZeneca y Novavax colaboran con el Serum Institute of India, el mayor fabricante de vacunas del mundo, que está elaborando en paralelo productos similares a los de Oxford-AstraZeneca». Incluso esta última empresa anunció una alianza similar con Novavax (que, por supuesto, también tiene a BlackRock y Vanguard son sus mayores accionistas).
Conozcamos algo más de estos fondos. BlackRock es uno de los grupos financieros más influyentes en Wall Street y Washington, así como en Europa. En abril de 2020, la división de consultoría de BlackRock ganó un contrato de la Reserva Federal de Estados Unidos para gestionar su programa de estímulo financiero. Este fondo de inversión mueve más de 6,65 billones de euros, es decir, supera en cuatro veces y media el Producto Interior Bruto de España.
En España, según los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), BlackRock participa en 21 grandes empresas cotizadas españolas. 18 pertenecen al Ibex, lo que supone más de la mitad del selectivo que agrupa a las principales compañías del país. En el peor momento de la pandemia y de la Bolsa española eso eran 13.000 millones de euros. Controla nada menos que el 15,9% del mercado español de inversiones.
Dueños de la banca española
De ese dinero, cerca de 9000 millones de euros están invertidos en la banca española BlackRock es el primer accionista de los dos grandes bancos españoles, Santander y BBVA, el tercero de Banco Sabadell y Bankinter y tiene cerca del 3% del Banco Popular. Cuenta también con capital de CaixaBank y Bankia, ahora fusionados. También posee participaciones en grandes empresas multinacionales españolas, como por ejemplo: Iberdrola, Telefónica, Repsol, Red Eléctrica, ACS, OHL, Gamesa, IAG, Amadeus o Aena.
BlackRock también es el mayor casero de España puesto que es el accionista de referencia de las dos mayores Socimi (sociedad de inversión inmobiliaria) españolas, que están cotizadas en el Ibex 35: Merlin Properties Socimi, S.A. e Inmobiliaria Colonial Socimi, S.A.
Los de BlackRock están en todo lo que pueda dar dinero. Hace unos años se anunció que sería el principal accionista de una empresa creada para comprar plantas fotovoltaicas en España, como el Gobierno suspendió las subvenciones a las energías renovables, el fondo demandó al Gobierno español y le exigió una indemnización de 124 millones de euros. Perdió entonces la subvención, pero seguro le llegará ahora con los fondos de recuperación europeos que se destinarán al desarrollo de las energías renovables.
Puertas giratorias
Una de las estrategias de BlackRock es lograr influencia política mediante la contratación de altos cargos de gobiernos y bancos centrales. Todos unos especialistas en puertas giratorias para políticos que se portaron bien. Llevan contratados al menos a 84 exfuncionarios del gobierno de Eeuu. Además del exdirector del banco central de Suiza, el exministro de Hacienda del Reino Unido, el exvicepresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, el exportavoz parlamentario del partido alemán CDU, el exjefe de gabinete de Hillary Clinton o el exconsejero de Jacques Chirac.
En cuanto a The Vanguard Group, es uno de los mayores inversores del mundo, solo superado por el BlackRock. A comienzos de 2020 contaba con 6,2 billones de euros en activos repartidos en algo más de 400 fondos en Eeuu, Europa y el resto del mundo. Cuenta entre sus principales inversiones con compañías como Apple, Microsoft, Amazon, Facebook o Alphabet (Google). Suma importantes participaciones en otras como The Coca-Cola Company, Walmart o Disney.
Estimar la presencia de Vanguard en España, según Eldiario.es es algo más complicado, ya que está dividida en decenas de fondos que operan en Europa. La CNMV obliga a todos los accionistas que superan el 3% de una empresa a hacer públicas sus posiciones y la gestora estadounidense no aparece en ninguna de ellas como inversor relevante. Es en los registros de la institución homóloga estadounidense, la SEC, donde se comprueba que Vanguard está presente en todas las compañías del selectivo bursátil español, aunque sea con participaciones minoritarias. El diario La Información estimó, en base a distintos registros, que el dinero de este fondo alcanza unos 12.000 millones de euros en el Ibex a finales de 2019.
Pero tampoco creamos que entre estas empresas se pelean. Basta saber que Vanguard es el primer accionista de Blackrock.
Goldman Sachs
Conocidas ya las dos grandes empresas propietarias de nuestras vacunas, vale la pena fijarse en otra que está presente en el accionariado de varias de ellas, desde AstraZeneca hasta Novavax, que se fabricará en España, se trata de Goldman Sachs. Como se recordará, esta entidad, con su bancarrota, tuvo un papel importante en la crisis financiera de 2008 y estuvo involucrada en el origen de la crisis de la deuda soberana en Grecia, ya que ayudó a esconder el déficit de las cuentas griegas del Gobierno conservador.
El negocio de las vacunas no para de dispararse para estos fondos de inversión. El primer gran pelotazo lo pega Pfizer cuando descubre que de cada vial en lugar de salir cinco dosis se pueden sacar seis, como el precio firmado por los gobiernos eran por dosis, se encuentra con una subida del 20% de su producto, una ganancia anual adicional de 3.120 millones de euros en su facturación global, por el mismo producto. Como no les pareció suficiente, durante su intervención en la conferencia virtual Barclays Global Healthcare, dos directivos de Pfizer —el director financiero Frank D’Amelio y Chuck Triano, vicepresidente senior de relaciones con inversores— anunciaron que habría una oportunidad para que Pfizer subiera los precios de la vacuna. Aunque el precio que negocia la UE es secreto, el primer ministro búlgaro, Boyko Borissov, ha revelado hace unos días que Pfizer empezó costando 12 euros la dosis, luego 15,50 y ahora la Comisión Europea está firmando contrato por 19,50 euros. La caída en desgracia de AstraZeneca puede ser una gran noticia, los gobiernos europeos pasarán de comprar una vacuna que valía 2,9 euros a los 19,50 que ya vale la de Pfizer y, como hemos visto, los accionistas son los mismos.
La nueva remesa de compra firmada entre la UE y la farmacéutica contempla 300 millones de dosis para la segunda mitad de 2021. Esto sumaría un total de 600 millones para todo el año. El Ejecutivo comunitario desveló también hace unos días que ha iniciado negociaciones para adquirir otros 1.800 millones de dosis en su estrategia de vacunación para 2022 y 2023. Esto se produce al mismo tiempo que se está planteando no renovar el contrato de compra con AstraZeneca por su incumplimiento en la entrega de las vacunas. Es lógico si los inversores pueden vender un producto por 19 euros por qué van a seguir entregando otro con la misma función para el mismo cliente por menos de tres. Incumples el compromiso de entrega del segundo y les colocas el primero.
Investigación con dinero público
Y, mientras tanto, no dejan de salir a luz informaciones que muestran que los principales recursos para la investigación de las vacunas fueron públicos. Un estudio elaborado por prestigiosos científico a partir de toda la documentación ofrecida por los investigadores revela que, en el caso de la vacuna de AstraZeneca, la industria farmacéutica soportó menos del 3% de los costes de investigación que la han hecho posible. La mayor parte de los 120 millones de euros invertidos llegaron desde el Gobierno del Reino Unido (45 millones) y la Comisión Europea (30 millones), mientras el resto procedía de entidades también financiadas con fondos públicos (centros de investigación) y fundaciones que apoyan la investigación científica.
El dinero público le vino muy bien al consejero delegado, Pascal Soriot, que vio cómo la empresa le premió el desarrollo de la vacuna contra el Coronavirus con una subida salarial que llegó a los 18 millones en 2020 y que se aproximará en los próximos años a los 20 millones.
En cuanto a Pfizer, el presidente de la empresa, Albert Bourla, declaraba desde Nueva York al periódico español El Mundo que su empresa no dispuso de subvenciones ni dinero público para investigar la vacuna, sin embargo, el eurodiputado español Ernest Urtasun le recordaba que la tecnología RNA usada por Pfizer fue desarrollada por Biontech con el apoyo de casi 445 millones de dólares del gobierno alemán.
Es por todo ello que el eurodiputado belga Marc Botenga denuncia que los europeos hemos pagado cuatro veces el valor de la vacuna. «Los fondos públicos han financiado la investigación, el desarrollo, la capacidad productiva..., pero la propiedad final de la vacuna sigue siendo de la empresa. Esto se traduce, a fin de cuentas, en que es la empresa la que decide la cantidad de vacunas que se puede producir y el precio de venta», afirma.
Lobby contra la liberalización de la patente
Una investigación de Corporate Europe Observatory muestra las maniobras del gran lobby farmacéutico EFPIA (Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas) para presionar a la Comisión Europea para que no ceda ante quienes piden la liberalización de las patentes para poder vacunar a toda la humanidad. EFPIA es el principal grupo de presión de las grandes farmacéuticas en Europa, con un gasto en lobby de hasta 5,5 millones en 2020 con la participación de 25 lobistas (4,6 millones en 2019) y ha dejado clara su oposición a «cualquier flexibilización de los derechos de propiedad intelectual».
Algunos números pueden ayudar a comprender la negativa de las farmacéuticas. El informe del Corporate Europe Observatory señala que «según una estimación conservadora, los ingresos de 15.000 millones de dólares de las ventas de la vacuna por parte de Pfizer este año lo convertirán en el segundo fármaco que más ingresos genera en cualquier momento y en cualquier lugar, con un beneficio estimado de 4.000 millones de euros (sólo superado por un fármaco contra la artritis). Otros analistas alcanzan una cifra mucho más alta al tomar en cuenta una decisión reciente de aumentar la producción a 2.500 millones de dosis, y un beneficio de 3-5 dólares por dosis: entre 7.500 y 12.500 millones de dólares beneficios (es decir, 10.500 millones de euros)».
Esos fondos de inversión con los que empezamos nuestro texto ya no son solamente los dueños del dinero que se invierte en el mundo, ahora son los dueños de nuestra salud, o sea, de nuestra vida.
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