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domingo, 3 de enero de 2021

Análisis de Luis Salas sobre la soberania monetaria

Eco. Luis Salas
Enero de 2021.

   

La soberanía monetaria, además de un mandato constitucional, es la piedra angular de toda política económica soberana e inclusiva. Perderla tiene consecuencias; ninguna de ellas positiva. Quien la delega, delega su soberanía en sentido pleno e hipoteca su futuro.

 

No existe evidencia que compruebe que a un país le va mejor cuando delega su soberanía monetaria. El crecimiento panameño no lo explica la dolarización: es el efecto de un modelo de enclave tremendamente desigual que adicionalmente supone ser una lavadora continental y paraíso fiscal en detrimento de sus vecinos, lo que nos incluye especialmente. 

 

El crecimiento que en su momento tuvo Ecuador tampoco lo explica la dolarización. Como lo dijo el mismo Correa: se hizo a pesar de la misma, aprovechando una coyuntura de precios de petróleo alto con dólar competitivo, que no es el caso actual ni lo será en mucho tiempo.

 

El caso de El Salvador no vale la pena siquiera comentarlo.

 

El Euro es todavía peor opción. Una moneda poco competitiva y con condiciones tan draconianas que muchos buscan más bien cómo salir de ella.

 

A los países que adoptan regímenes multi-moneda tampoco les va bien: el mejor ejemplo es Zimbabue que adoptó como 9, eliminando la suya al salir de la hiperinflación y que hoy es una economía que se degrada a fuego lento. 

 

Cuba adoptó un régimen bi-monetario que justo este año busca superar, atravesando para ello secuelas de pronóstico reservado. Si funcionara, no lo abandonarían.

 

Un régimen multi-monedas usando criptos es todo lo anterior, pero peor. 

 

Que la soberanía monetaria esté afectada no es razón suficiente para dejarla a su suerte: es saltar del sartén al fuego, sin solucionar ningún problema y quedándose con una herramienta poderosa menos para abordarlos. 

 

Esto último lo demostró la pandemia: los países dolarizados de AL o semi-dolarizados (como Perú) fueron tan afectados o más que el resto. El nuestro es un caso especial de economía pseudo-dolarizada (y bloqueada, etc.) que se hundió cuatro veces más que el resto sin pronóstico de "rebote" para 2021.

 


De seguir las cosas tal cual se llevan en el menos malo de los casos y si no pasa nada sobrevenido, el "oxígeno" de la pseudo-dolarización nos mantendrá en un equilibrio precario más o menos en el nivel actual, sin posibilidad de aspirar a mucho más, con un Estado con menos capacidad de torcer el rumbo de las cosas y una población cada vez más a la deriva del "cada quien resuelva como pueda".

 

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