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domingo, 12 de junio de 2022

¿Burguesía Nacional o Lumpemburguesía?

Armiche Padrón,
12 de junio de 2022.

 

Camarada Armiche Padrón.
Pocos recuerdan el periodo de finales de los 80`s marcado por tres elementos importantes y que repercutieron de manera particular en nuestro país: 1) la tendencia descendente de crecimiento económico en América Latina marcada desde la década de los 70´s, 2) la expansión geométrica de la especulación financiera a nivel mundial y un repliegue abrupto (salvo en China) de la economía real; y 3) la maduración en Venezuela, de una crisis orgánica en la que ni la clase dominante ni sus marionetas pequeñoburguesas (AD-Copei) encontraban salidas a la enorme crisis que nos agobiaba.

 

Lo único que se les ocurría, a la clase dominante y sus administradores, era destruir el pequeño mercado interno que tradicionalmente posee Venezuela, con políticas destinadas a comprimir el consumo y entregar, por diversas vías y desde el Estado, un financiamiento a los patronos. Tal era la intensidad de la crisis que las élites venezolanas debieron apelar a las segundas temporadas de liderazgos pasados (Carlos Andrés y Rafael Caldera) para que, no importaba que en la primera temporada estos actores de reparto fueran adalides del “desarrollo nacional” y que ahora debiesen desmontar sus avances propios en ese sentido, demostrando que la pequeñaburguesía venezolana igual defiende a Pérez Jiménez, a Carlos Andrés, a Chávez o Maduro mientras su “paz interior” esté alienada con sus prejuicios de superioridad inexistente.

 

En medio de un contexto de crisis deflacionaria mundial en la que USA se encontraba en un retroceso “geoestratégico” en su patio trasero, la emergencia de “gobiernos progresistas” no tardó mucho en demostrar sus posibilidades históricas: la resolución de las crisis para sus representantes, no pasaba sino por el tamiz de un amplio desarrollo de políticas de inclusión social que, en la particularidad venezolana, se traducía en una distribución populista, inclusiva e improductiva de la renta petrolera favoreciendo de manera principal al sector comercial-importador y al financiero; es decir, los “Amos del Valle” seguían siendo beneficiarios de las decisiones de Miraflores, sin importar el color de la piel, el origen ni el tipo de discurso del inquilino de turno del Palacio.

 

Si es cierto que estos gobiernos progresistas desataron la histeria de algunos sectores de la oligarquía nacional y del Departamento de Estado, la misma no se debía a su plan estratégico real (reproducir el capitalismo y esperar tiempos mejores para su afianzamiento), la histeria se desataba desde el momento en que se planteó la sustitución de jugadores del equipo (había que incorporar las nuevas generaciones del generalato en los latifundios o en las licencias de importación; nuevos apellidos en las empresas importadoras o constructoras adscritas al Estado, etc.). No se planteó, salvo en algunas convocatorias de masas, a que el equipo dejase de jugar beisbol y se dedicase al futbol. ¡Nada de eso!, ¡a seguir jugando lo mismo, y en la misma liga y categoría, no faltaba más!

  

En todo este trajín cambia el escenario de tramoyas; y aunque la crisis del capitalismo sigue agudizándose, la correlación de fuerzas no parece estar en favor de los pequeños, lo que hace que Maduro y su tropa hagan carrantoñas al Departamento de Estado y tomen citas de nuevo en las oficinas de FEDECAMARAS, quienes no solo se muestran felices, sino que terminan siendo voceros oficiales anunciando las razones de porque no se dio el aumento de sueldo el pasado 1º de mayo.

 

FEDECAMARAS, ese antro que aporta históricamente crisis a las crisis, ese antro donde se desarrollan estructuras financieras combinadas basadas en negocios legales, semilegales o ilegales, y que obliga a los pequeños industriales y comerciantes a derivar hacia el mismo esquema; ese antro que carece de dinámicas económicas propias y que se sustentan en articulaciones mafiosas con los centros de poder económico y político internacionales es ahora, con la venia de Miraflores, la alternativa para salir de la crisis.

 

Seguir apostando a la lumpemburguesía autóctona a través de la entrega directa de divisas para sus negocios, inyectándolas semanalmente en el BCV para “controlar la inflación” mientras se permite a los grandes monopolios de importación y distribución hacer lo que les venga en gana, solo suena a seguir reproduciendo una sociedad parasitaria incapaz de plantearse el tomar en serio el abstracto y liberal concepto de “soberanía”.

 

Nuestra burguesía autóctona nada tiene que ver con el espíritu que de la burguesía describían Adam Smith o Max Weber; la nuestra hereda genética y culturalmente el parasitismo de invertir con el Estado como garante de sus inversiones, mediando para ello el soborno, el compadrazgo y la asociación para delinquir. Por más que se invierta en manipulaciones mediáticas, por más que los bodegones y los casinos muestren una “inusual actividad”, la pequeñaburguesía y la lumpemburguesía que los define, no son más que instrumentos de un futuro tétrico, del cual ya tenemos experiencias los trabajadores.


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