Clodovaldo Hernández,
Ciudad Caracas, 2-10-2020, pág. 18.
[Se nos fue "Quino" esta semana que culmina hoy, domingo 4-10. De Clodovaldo H. extraemos una parte de su trabajo en el semanario digital Ciudad Caracas (pág. 18), cuyo título original es "Quino dejó los trazos de un padre genial". Del único aparte de esa entrega, subtitulado "El Club de los Mafaldos", provienen las líneas de abajo. ¡Eterna vida al Maestro! (Ndecc)].
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Joaquín Salvador Lavado, "Quino". |
Durante mis años de reportero, primero, y de coordinador de otros reporteros, luego, reivindiqué el mafaldismo como una bandera de la profesión.
El periodista siempre debía hacerse (y hacer) preguntas al estilo de la hija de Quino: irreverentes, antipáticas, generadoras de disgustos en los poderosos, pero estimulantes de la reflexión personal y el debate general.
En algunos trabajos de opinión de esos tiempos aparece un personaje colectivo llamado el Club de los Malfaldos, formado por comunicadores preguntones empedernidos e impertinentes.
Ahora que lo pienso, ese club le debe su existencia al señor Joaquín y me parece que es mi deber dejar constancia de agradecimiento a la hora de su cambio de plano.
El periodismo, como lo sabemos todos, está en una profunda crisis, y una de las muchas causas es que se ha perdido esa capacidad de interrogar con una mezcla de rebeldía e inocencia. Hay demasiada malicia, demasiados intereses por un lado, y demasiado temor o pereza, por el otro.
Por cierto, la tira cómica oficial del Club de los Mafaldos era una donde Mafalda lee la frase del día en el periódico que le presta su papá: “Mientras más conozco a los hombres más quiero a mi perro”, de Diógenes. Ella se queda cavilando y se pregunta: “¿Qué clase de periodismo es este?”, y luego exclama: “¡Falta la opinión del perro!”.
Una clase de ética de la comunicación en cuatro dibujos.
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