Mauricio Montes,
sputniknews, 17-08-20.
AFP, 2020 |
Anticipar escenarios futuros en Venezuela no requiere sino echar un vistazo a los últimos veinte años de diatriba política. Los factores que conforman los bandos del Gobierno y de la oposición mostrarán patrones más o menos comunes que se expresarán bajo el siguiente bucle.
La oposición pide elecciones y garantías, el Estado venezolano se las otorga; participan bajo una campaña mediática que augura un posible fraude. En el caso de que ganen, lo declaran un indudable triunfo de la premisa la voz del pueblo es la voz de Dios. Cuando pierden, denuncian una estafa electoral, sin presentar una sola prueba. Llaman a sus partidarios a protestas callejeras y piden a los organismos internacionales no reconocer los resultados electorales adversos.
Son veinte años de las mismas prospectivas autocumplidas. Sin embargo, existen elementos bastante novedosos e interesantes que conviene revisar de cara a las próximas elecciones parlamentarias que ocurrirán en Venezuela, el 6 de diciembre.
A pesar de su fracaso, Guaidó es la pieza clave en el despojo del oro, las empresas y el territorio venezolano.
Tanto a la oposición, como al chavismo, le han surgido dentro de sus filas grupos que retan su monolítica hegemonía.
En el caso de la oposición venezolana, grupos adversos a Juan Guaidó plantan cara a la lógica abstencionista y conciben las elecciones como el único camino válido y realista para proponer un cambio de Gobierno.
En el lado de los partidos que han apoyado al chavismo, reunidos en el Gran Polo Patriótico, se levantan voces. Una, la de Alianza (Alternativa) Popular Revolucionaria, donde facciones como el Partido Comunista de Venezuela piden una revisión y rectificación profunda de los métodos y prácticas que el Gobierno nacional y su principal partido, el PSUV, han utilizado para conducir los destinos del país.
"Protestar votando"
Enrique Ochoa Antich, es un político y escritor venezolano que ha sido un vehemente crítico no solo del Gobierno liderado por Nicolás Maduro, sino de un ala de la oposición teledirigida desde Washington, y cuya cabeza de playa visible es Juan Guaidó.
En numerosos artículos, ha dibujado de manera persistente los escenarios que a su juicio se esperan en estas elecciones de continuar las tendencias actuales:
"La primera probabilidad con la abstención de los partidos del G4 (Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo) es que el Gobierno gane aun siendo la minoría que es, como Maduro en 2018, que ganó con solo el 29% de los votos. Eso prolongaría la inestabilidad, la falta de gobernanza, la crisis. Siempre existe la posibilidad de que amplias bases populares no escuchen los cantos de sirena del abstencionismo y la oposición gane las elecciones, como le ganó al más poderoso Chávez el referendo de 2007, y las principales gobernaciones y alcaldías en 2008 y 2009, y la mayoría electoral en las parlamentarias de 2010, y las 2/3 partes de la AN en 2015", señala.
Documentos de identidad de los mercenarios detenidos en Venezuela.
Para Ochoa Antich, el éxito de que esta nueva opción dentro de la oposición venezolana pueda comenzar a disputar hegemonía a Guaidó y al resto de grupos que le apoyan se basa no solo en el resultado electoral, sino en la misma acción de que sean las elecciones y no otro método la que dirima las diferencias en Venezuela.
Enfatiza que "votar es una lucha, no un festejo, y se puede ganar"; no obstante, recalca que deben existir condiciones a respetar para que los resultados electorales puedan ser considerados legítimos:
Que el Gobierno no use todos los recursos del Estado a favor del PSUV, como suele hacer, cometiendo delito de peculado y violando el artículo 145 de la Constitución. Asegurar la observación (no solo el acompañamiento) de la ONU y de la Unión Europea. Cerrar las mesas cuando no haya electores. Suspender las presiones a los funcionarios y la compra de votos a cambio de beneficios sociales.
"Los venezolanos están hartos de la sensación de inestabilidad"
Para el doctor en ciencias políticas Carlos Raúl Hernández, la oposición se enfrenta a una circunstancia que podría significar una nueva correlación de fuerzas y de enfoques sobre cómo gestionar la rivalidad con el Gobierno de Nicolás Maduro.
Apunta fuerte contra Juan Guaidó, a quien acusa de una "incapacidad para la política que se ha visto muy pocas veces". Afirma que luego de estudiar profundamente la historia política ha visto "pocos casos de una oposición que haya dado una demostración de incapacidad tan grande".
Desde su perspectiva existe una enorme incomprensión de cómo en un país que, a su juicio, cuestiona mayoritariamente al Gobierno nacional "la oposición política se niega y sabotea los procesos electorales". Tiene una respuesta para dicha inquietud:
"Eso solo es comprensible por mí, o para mí, entendiendo que hay intereses económicos muy poderosos detrás de esa oposición que detenta la Asamblea Nacional. Que les interese a ellos mantener el 'statu quo', mantener la situación actual, continuar con el manejo de una parte importante de los recursos internacionales de Venezuela y empresas como Citgo", dice.
Añade que solo les interesaría un cambio en la medida en que ese cambio fuera, para ellos, acceder integralmente al poder. "Por eso es que han insistido en eso del cese de la usurpación, Gobierno de transición y luego las elecciones, porque el cese de la usurpación y el Gobierno de transición implica que ellos irían directamente a ejercer un Gobierno que prepararía las elecciones, es decir seguiría con el uso de los recursos en sus manos", explica Hernández.
El analista político tiene dos visiones bastante claras acerca de estas elecciones parlamentarias, y ambas parecen coincidir en que los venezolanos se encuentran "hartos de la sensación de inestabilidad política".
- En este sentido, considera que desde el lado de la oposición, estas elecciones suponen una buena "manera de exorcizar la violencia", y que además puedan servir "para cambiar el sistema político opositor; es decir, para que aparezcan los liderazgos que se han comprometido a hacer un combate pacífico y democrático a un Gobierno, independientemente de que este no sea precisamente un Gobierno modelo".
- En lo que respecta al Gobierno de Nicolás Maduro, Hernández siente que, a pesar de que en una parte de la sociedad "haya mucho resentimiento por la ineficacia de la política económica y la situación social", en el chavismo su liderazgo se hace cada vez más sólido y más indiscutible. Estima que, a pesar de que exista esta consolidación de Nicolás Maduro dentro del proyecto chavista, se enfrenta a un panorama de grandes desafíos.
"Creo que el reto de Maduro es superar la frontera que implican tanto las elecciones de los Estados Unidos, como las elecciones de diciembre en Venezuela para hacer, digo yo, colocándome en sus zapatos, a partir del año que viene iniciar la posibilidad de una redefinición de las relaciones de poder interna, en el sentido de que dé pasos importantes para reconstituir la democracia propiamente dicha y que se recompongan también sus relaciones con el mundo, concretamente entre sus adversarios que hasta ahora han sido principalmente los Estados Unidos, Europa y el llamado Grupo de Lima", concluye Hernández.
Una oportunidad para la negociación a lo interno del chavismo
"Minuto y medio necesitó el Comandante Chávez para sumar a sus filas a la mayoría del pueblo venezolano que votaba por los partidos tradicionales". De esta manera Carlos Lazo, filósofo y analista político, comienza a responder a los retos que tiene ante sí el chavismo en las elecciones parlamentarias de este año y en las que les sucederán.
Uno de los aspectos claves de este horizonte lo representan la iniciativa de partidos como el Patria Para Todos (PPT) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV), entre otras organizaciones aglutinadas en el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB), de optar a sus propias candidaturas para la Asamblea Nacional.
Parlamentarias venezolanas, "las elecciones más importantes" a nivel internacional.
La noticia ha generado una oleada de críticas que han visto en esta acción un germen divisionista, que mucho daño ha causado a la izquierda del continente latinoamericano.
Carlos Lazo tiene una aproximación diferente ante el hecho. Lo evalúa como una "reconfiguración del espacio político y el surgimiento de nuevas formas de participación en las elecciones parlamentarias, en un esquema de autonomía relativa con la conformación de polos convergentes que negocian dentro del contexto de cambios de una nueva correlación de fuerzas dentro del proceso bolivariano".
Lazo cree que no existe una mejor manera de explicarlo que las declaraciones dadas por el PCV en su XVIII pleno del Comité Central del 2 de agosto, que sintetizan los problemas de fondo entre las organizaciones políticas que conforman el chavismo en Venezuela y que explican la razón de crear una 'Alianza Popular Revolucionaria'.
"En todo caso lo que está poniendo al descubierto esta nueva alianza es que el GPPSB ha perdido vigencia, ya que tiene muchos años que no se reúne. A esta conducta inconsecuente del PSUV en la relación con los aliados del campo popular revolucionario se suman las políticas liberales del Gobierno, que desconoce los derechos de la clase trabajadora de la ciudad y el campo, judicializa sus luchas, destruye los salarios y favorece los intereses patronales, promueve la recomposición del dominio terrateniente en el campo en desmedro de las demandas campesinas, favorece la destrucción de los activos públicos para luego justificar su privatización, destruye las redes públicas de distribución de alimentos en beneficio de monopolios y mafias importadoras", argumenta Lazo.
"Es, además, un intento de lograr un viraje hacia la profundización del proceso político aprovechando las elecciones de la Asamblea Nacional y desde allí, intentar ampliar la participación directa de la población a través de una nutrida representación de los partidos de izquierda que comprenden este proceso como una posibilidad de construir una verdadera revolución a través de una acumulación de fuerzas populares", finaliza Lazo.
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