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jueves, 30 de julio de 2020

MISERIAS DE LA TRASCENDENCIA PEQUEÑOBURGUESA

Armiche Padrón,
Partido Comunista de Venezuela (PCV),
30-7-20.

(Orígenes y actualizaciones del revisionismo, a propósito de las palabras del presidente Nicolás Maduro en el 30 aniversario del Foro de Sao Paulo, expresando que había que "transcender" el término de izquierda y renovar los liderazgos; fraseología que nos hace recordar a los revisionistas del pasado, que proclamaban, que al socialismo se llegaba mediante reformas desde el propio capitalismo)



Prof. Armiche Padrón.
Ya en 1908 Lenin nos esboza como desde su nacimiento el marxismo viene enfrentando teorías hostiles y contrarevolucionarias. Desde su ajuste de cuentas con los jóvenes hegelianos hasta el positivismo de Dühring, pasando por los desaciertos de Proudhon, Marx y Engels dedican toda su vida a desmontar desde una perspectiva científica el desarrollo de teorías pequeñoburguesas destinadas al reforzamiento del capitalismo. A la muerte de Marx y Engels, la primera generación de marxistas no solo da revolucionarios de la talla de Lenin, sino que genera también los anti marxistas en su propio seno.

Esta primera generación de marxistas, constructores de la II Internacional, poseía en líneas generales grandes deficiencias. La principal, su escaso conocimiento de la obra de Hegel y la gran influencia que recibían del neokantismo y del neopositivismo. Es importante recordar que en la década del 30 del S. XIX explota en la filosofía la búsqueda de nuevos principios que “trasciendan” al materialismo y al idealismo (Comte, J. Mill, Schelling o Kierkegaard) y, a contracorriente, Marx seguirá empeñado en elevar al materialismo como concepción única y científica del mundo.

Estas influencias positivistas y kantianas generaron una corriente, dentro del marxismo, que terminó por desatar  cuatro consecuencias al movimiento obrero: La primera al entender al socialismo como un imperativo moral; el mismo ser realizaría como una obra de la conciencia de los hombres y no como producto de la lucha de clases. Este principio conducirá a promover nuevas y más amplias alianzas del proletariado que incluirán a la burguesía, y en segundo lugar da por sentado que las instituciones democrático liberales son universales y eternas.

La segunda consecuencia fue limitar los grandes debates a categorías abstractas, abordando lo histórico como fenómenos empíricos sin vinculación con doctrina alguna que conduce al pragmatismo tan de moda hoy en día.

La tercera, el rechazo a la ley del valor y la teoría de la plusvalía, desarrolladas magistralmente por Marx y con lo cual la explotación termina siendo un problema moral que se resolvía en la medida en que se educase a los burgueses, para que estos dejaran la explotación de los obreros. Incluso llegaba a plantearse el Imperialismo como un elemento civilizador.

La cuarta consecuencia era rechazar la tesis de la Dictadura del Proletariado como la forma revolucionaria de democracia para las mayorías en el tránsito hacia el Comunismo, haciendo de la democracia burguesa, en sus diferentes variantes, el único camino a transitar.

En el 44 aniversario del fallecimiento de Jorge Rodríguez y el 66 del nacimiento de Hugo Chávez, con escasas horas de diferencia, el Presidente Maduro rescató las tesis revisionistas desempolvando el ideario de Bernstein cuando escribió en 1897, su evangelio socialdemócrata intitulado Problemas del Socialismo. Eduard Berntein, preocupado por trascender la obra de Marx partió, sin mayores argumentos y mucho menos estudios de rigor, por despachar al marxismo como una teoría especulativa alejada de los hechos. Para Berstein, la fundación del Partido Socialdemócata Alemán debía romper con la ortodoxia y sectarismo propio de los marxistas y propuso que, en vez de relacionar al Socialismo con el devenir de la lucha de clases, los socialdemócratas (socialistas) debían plantear el papel de las  de la urgente necesidad por desligarse de la ortodoxia y el sectarismo que sobrevivía en el seno del movimiento obrero.

Bernstein terminó sobredimensionando el papel de las ideas y de la moral, planteando que el Socialismo era un imperativo ético que se lograba en el ejercicio de la democracia practicada por los ciudadanos. Las instituciones, el Estado de primero, se podían “acomodar” en base a la actitud de las personas y no había que recurrir a la fuerza (“destructiva”) de la lucha de clases. Por tanto, bastaba con inundar las instituciones de socialistas, para que el socialismo existiese.

Para Bernstein la polarización planteada por los estudios de Marx y Engels no existe y el capitalismo se adapta, por la vía de las reformas, al ímpetu del movimiento obrero superando así las crisis económicas. Negaba la ley del valor y de la plusvalía: la explotación era un problema moral y bastaba con educar a los burgueses para que estos dejaran la explotación de los obreros en el pasado. Negaba el descubrimiento de Marx sobre la proletarización de la pequeñaburguesía y planteaba su solución a partir del incentivo de la Pequeña y Mediana Industria y de una gran centralización en manos del Estado para coordinar el mercado. Para Bernstein la miseria era un concepto relativo y superable, mediante la autorganización y la valoración individual; antecedente directo del ahora común término de “emprendedor”

En Venezuela estas tentativas no son tampoco, y muy a pesar de lo que puedan pensar algunos, novedosas. Ya en los setenta y bajo el influjo del mal llamado “marxismo occidental” o “crítico” desarrollado en la Escuela de Frankfurt (Horkheimer y Theodor W. Adorno, Jürgen Habermas, Herbert Marcuse) para quienes el énfasis de la escuela en el componente crítico de la teoría se derivaba de su intento por sobrepasar los límites del positivismo, el materialismo vulgar y la fenomenología mediante un retorno a la filosofía crítica de Immanuel Kant y sus sucesores en el idealismo alemán, principalmente Hegel, comienza a penetrar el revisionismo de la mano de Ludovico Silva quien pronto formó alianza con Teodoro Petkoff quien, buscando “trascender” la izquierda que representa el Partido Comunista de Venezuela funda el MAS bajo esos criterios de alejamiento de la ortodoxia y del sectarismo. Un significativo aporte del MAS a la política nacional, fue la de institucionalizar las tendencias como paso firme, creativo, novedoso y contrario al Centralismo Democrático que posteriormente recoge Chávez en la formación del actual PSUV, bajo la idea de estimular el debate de ideas a lo interno.

Teodoro galvaniza pues, las ideas de Bernstein y Martov (los mencheviques) en esa experiencia trascendental que es el MAS; solo que ahora, el Presidente Nicolás plantea una izquierda que se trascienda a sí misma, que vaya a las comunidades y una, sin sectarismos a todos los movimientos de avanzada, para rescatar las banderas históricas de lucha de nuestros pueblos.

Pareciera algo novedoso pero ya vemos que no. Antes de analizar su propuesta, es importante recordar a otro novedoso anticomunista, aparte de los ya mencionados, se trata de Ernest Laclau. Su libro Hegemonía y Estrategia Socialista, editado en 1985, fundamenta en no poco las experiencias como Podemos (España), Syriza (Grecia) y dejó su huella en América Latina gracias a la acción del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) y la Agencia Española de Cooperación Internacional asesorando a Hugo Chávez y a Correa en la nueva arquitectura constitucional llevada a cabo en el ciclo progresista. Es en el CEPS donde Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y Juan Carlos Monedero comienzan su actualización concreta de las ideas de Laclau.

¿Cuál es el soporte de Enest Laclau?, en esa búsqueda de trascender al marxismo se centran en dos elementos: el primero plantear el nuevo papel del lenguaje en la estructuración de las relaciones sociales, y en segundo lugar, desconstruir la categoría clásica de sujeto histórico y sustituirla por la de “identidades colectivas”. Para ello Lacalu, igual que sus antecesores, no produce sino que rebusca en el viejo pensamiento de Wittgenstein, de Heidegger para darle sentido a la “novísima” propuesta.

La idea es la de redefinir el proyecto socialista, radicalizando el concepto de democracia no en base a la “ortodoxa” y “sectaria” visión de la democracia de los trabajadores. La nueva democracia, o nueva izquierda, según estés en la oposición o en el gobierno, se sustenta en la articulación de diversas identidades (de clase, de género, de raza, ecológicas, etc.) que “trascienden” el concepto de clases sociales y aniquilan a la lucha de clases misma. Esta articulación de identidades se sintetiza en el partido de nuevo tipo: donde coexisten las tendencias, donde existen responsables por cada identidad, aunque la democracia interna esté supeditada a los vaivenes de las coyunturas.

En torno al lenguaje, este se remite a un discurso que, más allá del lenguaje simbólico no prioriza términos con lo cual los conceptos de patria, democracia, libertad, nación, soberanía, izquierda, comunidad, serán significantes vacíos que no se aclaran sino que se disputan en el terreno político.

Por eso, revisitando la propuesta de Nicolás de una izquierda que se trascienda a sí misma, que vaya a las comunidades y una, sin sectarismos a todos los movimientos de avanzada, para rescatar las banderas históricas de lucha de nuestros pueblos; no es más que escuchar desde Bernstein hasta Laclau, pasando por Teodoro.

No ser sectario significa ser policlasista; convocar a la burguesía y a los trabajadores al trabajo mancomunado obviando la esencia de su relación, la explotación; visitar a las comunidades significa destruir el concepto del trabajador como sujeto, y del proletariado como sujeto histórico para evidenciar las identidades y rescatar sus “demandas” ancestrales mientras la acumulación ampliada de capital sigue su curso inhumano y contra natura. Que la izquierda se trascienda a sí misma, es que se mude al centro y no importa si del impulso termina comulgando con la derecha.

Pretender la trascendencia de la izquierda cuando no se ha logrado desarrollarla, es una forma sutil de arriar banderas, bien por incapacidad o por falta de convicción.

Es difícil caer en esas banderillas que desde finales del XIX la pequeñaburguesía levanta, o cuando ve que la derecha arrecia y fortalece concepciones fascistoides; o cuando la derecha no puede contener al proletariado y apuesta por la alegría de las masas. Basta recordar otros “trascendentalistas”: Trotsky, Jrushchov, Gorbachov, Santiago Carrillo, Enrico Berlinguer, Georges Marchais; ya sabemos el común denominador de todas esas historias.

Secretario Político del CR-Sucre del PCV,
Miembro del CC-PCV y Profesor Universitario.

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