Jimmy López Morillo
Correo del Orinoco, 27-2-20, págs. 8-9
David Nieves (1940) |
NOTA DEL "EDITOR CANTA CLARO": por su evidente carácter y contenido humano, político, histórico y anecdótico, quisimos compartir con ustedes la entrevista que el periodista Jimmy L. Morillo (CO) acaba de sostener con el viejo dirigente revolucionario David Nieves.
...
“Me gusta que la gente joven me escuche; uno, que ya tiene el sol en la espalda, no se cansará de repetirlo: el fascismo existe, es una vaina criminal. Yo lo aprendí llevando coñazos”.
Ha tocado la punta del bastón en el cual se apoya, en tanto selecciona expresamente las palabras con las cuales afinca la advertencia que quién sabe cuántas veces ha echado al vuelo: “El fascismo es una vaina c.ñ. de m...”. Ha remarcado la frase, como para que no vaya a quedarse en algún escondrijo, pues a los 80 años en los cuales ha comenzado a tripular desde el primer mes de este naciente 2020, David Nieves puede hablar con propiedad sobre el tema: han pasado más de seis de esas décadas combatiendo ese modelo de sojuzgamiento de los pueblos. “Ese peligro siempre está latente”, insiste, mientras echa un vistazo a cuanto ha venido ocurriendo en nuestro país durante su recorrido vital.
PRIMERAS CLANDESTINIDADES
“Casi toda mi vida la he pasado en la clandestinidad...”, desliza con su voz de tonalidades graves, ahora convertido en nuevo pasajero del barco de los octagenarios. Ingresó a estos pagos terrenales el 22 de enero de 1940, “en la República Popular de La Pastora”, como define con una sonrisa a la parroquia en la cual tuvo asiento desde su primer aliento, como uno de los siete hijos de David Nieves padre, y Enriqueta Banchs, dirigentes adecos. “A los ocho años, todos los miércoles acomodaba en mi casa las sillas para las reuniones de Acción Democrática (toda mi familia era adeca)”. Tuvo una infancia feliz, “a pesar de que mi papá estaba preso o exiliado; regresó clandestino, lo metieron en la cárcel de Ciudad Bolívar y salió en libertad unas cuantas semanas antes de morir”. Esos episodios los tiene a la mano, sin fisuras en la memoria, que le sigue acompañando tanto como la firmeza de sus convicciones. Así asoma su primer encuentro con la dama de la guadaña: “Repartía propaganda contra Marcos Pérez Jiménez, y el 21 de enero de 1958 pasa una manifestación, me fui con ellos recorriendo la parroquia, llegamos hasta Puerta de Caracas; alguien dijo que tomáramos la Jefatura de La Pastora. Me dieron un revólver 38. Nunca había disparado uno, pero muy orondo, creyendo que estaba en una película de vaqueros, me fui”. Que no estaban en una película de vaqueros, lo comprobó de inmediato: “Estaban todos los policías esperándonos y comenzaron a dispararnos. Sentí un empujón en la espalda, caí en una acera con un tiro en el estómago; al frente había una casa, logré arrastrarme hasta allí, donde vivía un médico, Castillo, quien me montó en su carro y me llevaron a la Cruz Roja, en San Bernardino”.
“Recobré el conocimiento no sé cuántos días después, y a quien primero vi fue a un primo mío -continúa-. Me dijo que había caído el Gobierno. Mi papá entró, me dijo simplemente ‘¡Triunfamos! Quédate tranquilo. Te salvaste de vaina’, porque el médico de guardia era especialista en las vías digestivas y en esa época era muy difícil coser el duodeno. Yo tenía perforación del colon y duodeno y roce en el hígado”.
ASÍ HABÍA CUMPLIDO 18 AÑOS...
“Cuando me recuperé, hubo que hospitalizar a mi papá, quien había salido en libertad porque tenía una enfermedad en el hígado incurable y ahí murió. Mi vida cambió totalmente, porque era un adolescente orgulloso de lo que había pasado. Comencé a militar en la juventud de AD. Allí conocí a Moisés Moleiro, uno de quienes me abrió los sentidos políticos, hablándome de Lenín, Marx, Engels, de Fidel, que fue quien incentivó a todos los revolucionarios de mi generación. Fue la Revolución Cubana la que nos llamó al combate, desafiando a un ejército tan poderoso como el estadounidense. Ahí comenzaron esas luchas, las primeras a lo interno de AD, donde se creó la fracción de la izquierda, que generó una división, surgiendo el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria)”.
A LAS ARMAS
Mantiene intacto su buen humor. “Vivo en El Pinar, pero no con los monos, si no en la parte de afuera”, sonríe, al ofrecer su dirección. Los sueños por un mundo mejor lo llevaron a tomar las armas a comienzos de los años 60. “La lucha armada comenzó a desarrollarla el Partido Comunista (PCV) en la zona de Falcón; después se incorpora el MIR, creándose distintos ejércitos, hasta que se fusionaron en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN)”, deja correr el hilo de los recuerdos. “Comencé en la guerrilla urbana, en acciones de tipo comando: asaltos a sitios que nos permitieran recolectar suministros, por ejemplo, a casas donde había un poco de armas, nos metíamos, se las quitábamos y las pasábamos a la guerrilla. También asaltábamos bancos y ese dinero iba para la guerrilla. Uno de mis comandantes era Fernando Soto Rojas, también Bartolomé Vielma, desaparecido, nunca se recuperaron sus restos; otro, ‘Jacobo’, Eduardo Sanoja. Después me enviaron a Guárico, luego a una guerrilla entre Aragua y Miranda, por los Altos de Altagracia; como secretario de Organización del MIR, a Falcón más adelante. Era un carajito de 24 años. Me
designaron jefe de correaje del Frente ‘José Leonardo Chirinos’, un privilegio muy grande, porque era la principal guerrilla y yo el jefe de la retaguardia, el encargado de suministrar comida, armamento, transporte, toda una serie de actividades que implicaban el mayor riesgo, porque no era lo mismo estar en una montaña, donde tenías para donde correr, que en una ciudad, en la cual tenías desventaja con el enemigo. Sin embargo, nunca caí preso”.
En Maracaibo, la delación de un antiguo amigo de La Pastora, Arnoldo Rodríguez Ochoa, lo llevó a la cárcel: “Me quisieron juzgar por morfinómano, porque la abuela de mi primera esposa acababa de morir y me había llevado todas las medicinas que había dejado, incluyendo tres ampollas de clorhidrato de morfina, para dárselas a la guerrilla. Es tuve dos años preso, el fiscal se abstuvo de formularme cargos porque no pudieron probarme nada y salí en libertad”.
El vértigo, continuó como signo en sus andares. Fue designado jefe de correaje en la guerrilla Ezequiel Zamora, en el cerro “El Bachiller” en Miranda. Su comandante era Soto
Rojas. Le encargaron unir ese frente con el de oriente y, trasladando a todos los guerrilleros
y armamento por carro, otra delación, de Luis Planchart, lo llevó a prisión: Barcelona, Cumaná, Cocollar, el Teatro de Operaciones número 5. Luego a un campamento por la zona de Cúpira, El Caro, “donde me torturaron bastante”.
Otra vez para el TO-5 y de ahí a la cárcel de La Pica, “donde protagonizamos un motín, por los maltratos a los presos comunes. Nos enviaron a Ciudad Bolívar, donde también nos amotinamos por los mismos motivos y nos llevaron al Cuartel San Carlos”. Tampoco pudieron formularle cargos y salió en libertad. En plena celebración en su casa en La Pastora, se enteraron de otro de los episodios que marcaron el carácter criminal de la dictadura puntofijista, el asesinato del joven poeta, estudiante de sociología, Alexánder Arzolay. En el momento en que pintaba en una pared: “Libertad para los p”, recibió un balazo en la cabeza. “Seguí en la lucha, hasta que el MIR se dividió. Por un lado, salió Bandera Roja; por otro, la OR (Organización de Revolucionarios), con la que cumplí todas mis actividades guerrilleras en oriente, además del MIR”, detalla.
En esas andanzas, se formó la Liga Socialista: ”Decíamos que al enemigo debíamos golpearlo con sus mismas armas. Inventamos el voto nulo, como una manera de participar en el proceso electoral, sin participar. Creamos Comités del Voto Nulo en todo el país, pero ¿y después qué hacías con esos comités? De ahí nació la Liga Socialista, el saldo organizado de ese voto nulo. La terminan fundando Jorge Rodríguez padre, Carmelo Laborit y Orlando Yajure, por mencionar tres nombres, aunque hay otros más. Decide dividirse en dos partes, incluyendo la OR, dedicada a la lucha clandestina. Solo la Dirección
Nacional podía saber quiénes pertenecían a una u otra”.
La OR participa en 1976 en el secuestro del empresario estadounidense y agente de la CIA
William Frank Niehous, por el cual apresan a Jorge Rodríguez padre, asesinado en los calabozos de la Disip, y David Nieves, entre otros. “Me torturaron salvajemente, pero a mí no me gusta hablar de eso, porque son unas heridas muy arrechas que te quedan en el cuerpo y es como si te echaran sal y vuelves a sentir todo lo que te hicieron”. Esos episodios, los recoge el libro La tortura y el crimen político.
DEL SAN CARLOS AL CONGRESO
Debido a la diabetes, sus riñones desde hace cuatro años le funcionan al 17%. Toda una victoria. Victoriosa también fue su salida de la cárcel en 1978, electo diputado por el pueblo. “La Liga me postuló para que al salir electo gozara de inmunidad parlamentaria. Mis compañeros de prisión se reían, pero el día de las elecciones, a las 12.00 de la noche, estaban eufóricos en el pasillo del calabozo, porque yo estaba saliendo”.
A los cuatro días el Consejo de Guerra determinó que, efectivamente, gozaba de inmunidad parlamentaria. “Perdía una partida de futbolito cuando el segundo comandante del cuartel me dijo que estaba en libertad. Le respondí: ‘Montilla, ¿vas a seguir con esa vaina?'. Hasta que me lo gritaron los demás presos. Por supuesto que estaba muy contento, al igual que mis compañeros”. Al salir, una gran cantidad de periodistas lo esperaban y él no sabía qué decir. Al día siguiente, iniciaba el período de sesiones: “Me sentí orgulloso al enterarme que mi vecino de curul era Gustavo Machado, por todo lo que representaba. Romulito Henríquez, me dijo que debía argumentar mi voto para elegir a la directiva del Parlamento. ¿Cómo es la vaina? Pensaba que solo debía levantar la mano. Cuando me dieron la palabra, todas las cámaras me enfocaron. Las piernas me temblaban. Estaba chorreado. Pero comencé con un discurso revolucionario arrecho. Al terminar, hasta los adecos me aplaudieron”.
CONFIANZA
Han sido intensos sus andares. Ahora, la Revolución Bolivariana está al frente de los destinos del país. “Un revolucionario siempre debe tener confianza en lo que dice y en lo que hace. Si no la tienes, vete pa’l carajo. Siempre recuerdo la frase del Libertador cuando le preguntaron ‘¿Y ahora qué hacemos?’ y él respondió ‘¡Triunfar!’. Por eso siempre tuve confianza en el triunfo de la Revolución en Venezuela”.
“Cuando salió Chávez, con su ‘por ahora’, nos abrió los sentidos. Creó la unidad cívico militar. Unificó a todo el movimiento popular. Soy ateo, pero en este país todo el mundo es católico. Entonces, ¿cómo podíamos nosotros sin ellos? Con Chávez se dio la unidad de Bolívar, Zamora, Marx, Engels, Cristo, interpretando la realidad venezolana. Por eso logramos esta Revolución”.
En la Presidencia de la República está un antiguo pupilo suyo en la Liga Socialista. “Nicolás es mi amigo. Era un militante y yo un dirigente en la Liga. Cumplimos algunas tareas y nos planteamos los mismos objetivos. Tuve una relación personal con su madre, la señora Teresa, una gran mujer; con su padre, un gran hombre, llamado Nicolás también; con sus hermanas, mis amigas. Siento un nivel de aprecio hacia ellos, independientemente que a Nicolás ni lo vea ni lo toque”.
Llega entonces, un alerta: “A él lo quieren matar, por eso debe tomar las medidas de seguridad necesarias y una de las mejores formas de protegerlo es no pedirle reuniones, pero la amistad sigue. Sus victorias son mías y sus derrotas también. Hay que cuidarlo. Está rodeado de gente muy buena, pero también de muchos dañados y a veces pareciera no darse cuenta de eso. Ha defendido como ningún otro Presidente en América Latina el salario de los trabajadores”.
Sobre el asedio imperial, tiene claridades: “Aquí podrán llegar 20 mil bloqueos y este país no se dejará doblegar, porque tenemos cómo producir por nuestros propios medio. Aquí no ha habido un Gobierno tan perseguido como el de Nicolás. Pura conspiración desde que llegó a la Presidencia, y él está ahí valientemente. Hemos vencido todo el asedio, gracias a la unidad cívico-militar. Por eso cuando los yanquis ven nuestras manifestaciones, saben que no las tienen nada fácil para invadirnos”.
Sus advertencias, continúan: “Hay muchas personas que no son revolucionarios un carajo y tienen roles dirigenciales. La Revolución depende de lo que hagan los jóvenes y las mujeres. Está hecha para que esa juventud la pueda consolidar, porque si no lo hacen, se van a dar cuenta de lo que es el fascismo, que es criminal, mata, tortura, no tiene ningún tipo de escrúpulos”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario