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lunes, 25 de enero de 2021

La importancia de ser comunista

  Armiche Padrón
Sec. Político Regional - Sucre del 
Partido Comunista de Venezuela (PCV).
25-1-2021

 

Dip. Armiche Padrón.

El golpe de timón a estribor realizado por el madurismo (en cuanto desviación de derecha del chavismo) viene tan solo a expresar de manera concreta los cambios en la correlación de fuerzas que en el seno de la sociedad venezolana se vienen gestando desde hace más de una década y que, con el fallecimiento de Chávez se aceleran y se imponen.

 

El último escrito de Toby Valderrama “La importancia de llamarse Oscar Figuera” no deja de llamar la atención por quién lo escribe y las demandas que él establece para que el Diputado Oscar Figuera pueda “ganarse el veredicto favorable del tribunal [de la Historia]”. Sobre todo cuando “contrasta” con el palabreo de eseristas de nuevo cuño que cobran por tratar de acuñar el término “figuerismo” en el diccionario político venezolano. En ambos casos, sería bueno que se repasase el documento de Plejanov El papel del individuo en la Historia a fin de entenderse lo que trata el, o los “problema (s)” planteado (s).

 

Volviendo al señor Valderrama, y dejando de lado cagatintas peninsulares, el mismo apunta tan solo al vértice del fenómeno: la presencia del camarada Oscar Figuera en el seno de la Asamblea Nacional. Y ahí comienzan las pifias: el proceso de acumulación de fuerzas que se vienen gestando en el seno de la lucha de clases en Venezuela desde hace ya mucho tiempo siendo anunciadas por el Partido Comunista de Venezuela desde al menos, el año 2007, cuando en el XIII Congreso Extraordinario los comunistas planteábamos la existencia de “intereses y comandos grupales que se encuentran a espaldas de los intereses populares y se constituyen en obstáculo para el despliegue de las potencialidades transformadoras”, y más adelante remataba el análisis apuntando que el aparataje que se estaba creando a la sombra de Chávez “se expresa en forma de masivas y sistemáticas prácticas de burocratización y corruptelas, que en buena medida están asociadas a la existencia de un aparato estatal heredado de un sistema que se necesita sepultar y la presencia de sectores de partidos políticos y cuadro tecnócratas que ejercen el poder sin ningún tipo de compromiso revolucionario”.

 

Y al hablar del PCV, no podemos dejar de recordar que la “llegada” de Oscar Figuera a la Asamblea Nacional tiene que ver con una Línea trazada por el Comité Central del PCV en el 2016 en la perspectiva de la “Acumulación de fuerzas revolucionarias obrero-campesinas, comuneras y populares”, y que se cristalizan en el XVIII Pleno del Comité Central de agosto del año pasado para construir la Alianza Popular Revolucionaria.

 

Recordar al menos estos elementos permitirán entender que el “acceso” del camarada Oscar Figuera no tiene nada que ver con que sea un “escogido” como pretende el señor Valderrama (costumbre de arraigo caudillesco tan típico de la pequeñaburguesía venezolana, sobre todo anticomunista). La presencia del camarada Oscar Figuera es producto de al menos 5 condiciones difíciles de entender por ciertas concepciones del mundo: 1) la existencia de una dirección colectiva en el seno del Partido Comunista de Venezuela, 2) la flexibilidad táctica desarrollada por el PCV, 3) la continuidad en el desarrollo de una política coherente por parte del PCV que jamás se aleja de sus principios doctrinarios, 4) una capacidad de parte de los comunistas de asumir la crítica y la autocrítica como palancas para la superación, 5) una unidad interna forjada en la disciplina militante. En este pentágono de “condiciones” el liderazgo del camarada Oscar Figuera no sería comprensible sin entender que las mismas encuentran en su honestidad (política, intelectual y moral), en su constancia y su disciplina sus herramientas principales.

 

El señor Valderrama plantea en su escrito que el camarada Oscar Figuera debe trascender la lucha economicista por el salario justo que planteó en la primera sesión de esta nueva AN, pidiendo las “Cuentas de negocios secretos para entregar a la burguesía fábricas, petróleo, abastos”, denunciando la “entrega de hoteles” (la subasta de la riqueza social); pedir la “derogación de la ley antibloqueo”, el “cese de ajusticiamiento de pobres” y la libertad “presos políticos, de militares chavistas”. Al leer las demandas del señor Valderrama solo se puede entender que las mismas son producto bien de una miopía política o de un sesgo anticomunista que sobrevive en su pensar. El Partido Comunista de Venezuela viene planteando esos elementos por diversas vías: desde las declaraciones de prensa de no pocos de sus cuadros, hasta los documentos emitidos por sus organismos de dirección (nacional, regionales y locales) cuando no en los diversos instrumentos de la Tribuna Popular desde hace ya muchas lunas. 

 

El papel y la responsabilidad del camarada Oscar Figuera están claramente definidos en este momento de la Historia, al igual que el papel y la responsabilidad de todos los revolucionarios que asumimos la necesidad histórica de destruir al capitalismo, por la única vía posible que es la construcción del Socialismo bajo el liderazgo del proletariado revolucionario, único capaz de construir una alianza de clases que logre tal objetivo histórico.

 

En este 2021 la decisión asumida por más del 85% de los asistentes al XIII Congreso del Partido en aquel complejo 2006, adquiere ribetes históricos, no solo para los comunistas venezolanos, sino en el movimiento comunista internacional. Para algunos, el accionar del madurismo contra los comunistas es desmedido: están equivocados, la política de hostigamiento, exclusión, desprecio y ofensas contra los comunistas es propia de una pequeña burguesía que comienza a oler la podredumbre de su discurso, que comienza a mirar la rabia en los ojos del obrero y del campesino, que comienza a escuchar las críticas en sus urbanizaciones y que siente que el proletariado posee condiciones, experiencia, conciencia y voluntad para retomar el camino desandado.

 

No nos esforcemos por individualizar la lucha revolucionaria; asumámosla en colectivo, sin liturgias esotéricas y eclécticas con los intereses de los trabajadores de la ciudad y el campo como el único soporte posible. El camarada Oscar Figuera trasciende el caudillismo del siglo XIX tan necesario para la oligarquía terrateniente, para la burguesía y la pequeñaburguesía; es producto de una dirección colectiva. El camarada Oscar Figuera ya nos representa, pero no sustituye a quien debe hacer la revolución: ese papel, esa responsabilidad debe asumirse sin prepotencia, sin sectarismo y con la voluntad de lucha acumulada por nuestros trabajadores.

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