Pascualina Curcio,
ÚN, 3-8-2020.
Dra. Pascualina Curcio. |
Así tituló OXFAM su más reciente informe de julio 2020. En dicho informe plantean que para enfrentar la crisis del Covid-19 en América Latina y el Caribe es necesario gravar la riqueza, o sea, sin ser en lo absoluto revolucionarios ni socialistas, proponen, en medio de una contracción importante de las economías en nuestros países, cobrar impuestos a los que más tienen, a los ricos.
La torta que representa la economía de Nuestra América es 9,4% más pequeña comparada con la del año 2019. Las razones principales las conocemos y están relacionadas al confinamiento, medida adoptada para disminuir la propagación del virus, lo que a su vez ha obligado a las empresas productoras y comercializadoras, sean públicas o privadas, a cerrar sus puertas y, por lo tanto, a disminuir la producción.
El problema no es solo que la torta sea más pequeña y por lo tanto haya menos que repartir, sino que además y por si fuera poco, esa torta que históricamente se ha distribuido muy desigual, ahora en pandemia, se está repartiendo más desigual todavía. Es el caso que mientras en Nuestra América se espera que 40 millones de personas pierdan sus empleos este año y 52 millones caigan en la pobreza, paradójicamente en tres meses, y a pesar de la reducción de la torta, hay 8 nuevos milmillonarios en la Región y la fortuna de las personas más ricas ha crecido 17 % (US$ 48.200 millones).
“Es claro que la crisis no nos afecta por igual, hay quienes han perdido mucho y, aun así, continúan aportando con cuidados, trabajo e impuestos a este esfuerzo común. No podemos demandarles más a quienes tienen menos. Esta crisis no pueden pagarla los de siempre. Es el momento que quienes concentran la riqueza contribuyan mucho más al esfuerzo de todos y todas” (OXFAM, julio 2020). Cualquier parecido con nuestra realidad venezolana es solo casualidad.
Ante esta situación, OXFAM propone redistribuir la torta. Plantea un impuesto sobre el patrimonio neto de las personas más ricas; aumentar la presión tributaria en la región que se ubica en 23,1% (en Venezuela no supera el 9%); cobrar impuestos a las ganancias extraordinarias de las grandes empresas y reducir la carga tributaria a los hogares. Al respecto afirma: “En un periodo de crisis en el que las familias han reducido o perdido sus fuentes de ingresos, no se les puede demandar más sacrificios a través de la tributación. El sostenimiento fiscal ya recae de manera desproporcionada sobre las familias, especialmente mediante el consumo (IVA). Del total de ingresos fiscales en ALyC, el 51 % proviene de impuestos sobre bienes y consumos (IVA)”. En Venezuela no es el 51%, es el 86% según datos del SENIAT.
¿Quién paga la cuenta en Venezuela?
La torta que representa la economía venezolana se redujo a la mitad entre 2012 y 2018 (últimos datos del PIB publicados por el BCV). La razón principal la conocemos, una guerra económica por parte del imperialismo que va desde el bloqueo financiero y comercial, especialmente contra PDVSA, hasta un ataque criminal contra nuestra moneda. Las pérdidas que en lo económico ha ocasionado este asedio las estimamos en marzo de 2019, para ese momento ascendían a US$ 125.792 millones, cifra que la República informó a la Corte Penal Internacional.
Actualizamos los cálculos en junio de 2020. Dicha suma va por los US$ 194.193 millones.
Tanto el bloqueo, como el ataque a PDVSA y la manipulación del bolívar han afectado el tamaño de nuestra torta, pero entre todos, los que más han incidido son, en este orden: la manipulación del bolívar en 66% y el bloqueo a PDVSA 34%.
El hecho de que todos los días, el tipo de cambio sea políticamente manipulado, genera automáticamente un incremento de todos los precios de la economía, excepto el precio de la fuerza de trabajo (salario) y deriva en un deterioro del poder adquisitivo de la clase asalariada. Como no tenemos con qué comprar, los que producen se ven obligados a disminuir su producción porque no tienen quien les compre. Es por eso que la torta es más pequeña.
Reconocer que el ataque a la moneda es el arma más poderosa es muy importante, porque mientras el Presidente de la República, Nicolás Maduro, hace un llamado para encender los motores de la economía y hace un esfuerzo por impulsar y empujar la tan necesaria producción, el imperialismo, atacando la moneda hala con más fuerza impidiendo la reactivación económica. Esto no es primera vez que lo planteamos. Es estratégico detener el ataque al bolívar para controlar la inflación, la pérdida del poder adquisitivo y reactivar la economía.
Recuperar la producción petrolera que ha caído casi a la mitad entre 2012 y 2018, también es estratégico porque explica en un 34% la reducción de nuestra torta. Sugerimos preguntar a los hermanos iraníes cómo han resuelto ese asunto después de 40 años bloqueados por el imperialismo, o a los rusos productores de petróleo y también bloqueados, incluso a los cubanos aunque no tengan petróleo.
Lo central no es solo que la torta en Venezuela sea más pequeña, los pedazos a repartir sean más chiquitos y por tanto los ingresos menores, sino que además y por si fuera poco, esa torta que históricamente se ha distribuido muy desigual, se está repartiendo aún más desigual desde el 2012, año en el que comenzaron a escalar la guerra no convencional. La mitad de la torta se la come la burguesía por la vía de la ganancia (la explotación al trabajo ha aumentado 247% entre 2012-2017), mientras que, a los asalariados, siendo muchos más, solo le llega menos de la cuarta parte (18%) de unos pedazos además reducidos. La carga tributaria de los capitalistas es menor de lo que ya era, ni siquiera la décima parte de la torta va al Estado y lo que recauda es principalmente IVA. La burguesía, aprovechándose de la hiperinflación le ha estado quitando sus trozos a los obreros y al Estado dificultándole a este último llevar adelante las políticas de protección al pueblo incluyendo el aumento de los salarios de los servidores públicos.
¿Sobre quiénes está recayendo el mayor peso de esta guerra económica más ahora en este nuevo frente de batalla que es la pandemia? ¿Quién está pagando la cuenta?
Lo que proponemos es que dada esa torta más pequeña, e incluso aunque fuese grande, la burguesía le devuelva su pedazo a la clase obrera, lo que implica necesariamente aumentar los salarios; además que le dé una buena tajada al Estado en lugar de enviarla a paraísos fiscales y de esa manera garantizar que éste cuente con el 40% de la torta para así pagar salarios dignos en la administración pública y contar con más recursos para las políticas de protección en las que tanto se ha esforzado el gobierno bolivariano, incluyendo las pensiones y una mejor prestación de salud, educación, transporte, electricidad, agua, entre otros.
Que sea la burguesía la que pague la cuenta. Mientras tanto, nosotros, los de la clase obrera, con mejores salarios y en mejores condiciones, ocupémonos de cumplir con la tarea aún pendiente que nos asignó Chávez, la construcción del socialismo del siglo XXI.
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