Armiche Padrón,
31-05-2020.
[Entre tragedias de ayer y farsas de hoy, se mueve ante nuestros ojos el tema del precio de venta al público de la gasolina, en un país que cuenta con poco más de 1,5 millones de vehículos diversos conformantes de su parque automotor, pero también con muchos más millones de ciudadanos ansiosos de ser consultados no por un juez único e inauditable (el Carnet de la Patria), sino por formas transparentes (por frontales) de hablar con la gente, esas que, en más de una ocasión, aplicó Hugo Chávez, en nombre de cuyo legado hoy se entroniza más de un disparate vestido de "democracia participativa"... la que consiste en que yo tomo las decisiones y te las participo. Ndecc].
[Entre tragedias de ayer y farsas de hoy, se mueve ante nuestros ojos el tema del precio de venta al público de la gasolina, en un país que cuenta con poco más de 1,5 millones de vehículos diversos conformantes de su parque automotor, pero también con muchos más millones de ciudadanos ansiosos de ser consultados no por un juez único e inauditable (el Carnet de la Patria), sino por formas transparentes (por frontales) de hablar con la gente, esas que, en más de una ocasión, aplicó Hugo Chávez, en nombre de cuyo legado hoy se entroniza más de un disparate vestido de "democracia participativa"... la que consiste en que yo tomo las decisiones y te las participo. Ndecc].
Dip. Armiche Padrón. |
Bien atrás queda aquel 1998-1999 cuando el
movimiento de masas (incluyendo la reaccionaria) se puso de pie en Venezuela
bajo la bandera de la "participación", bandera tan importante para
esa movilización que debió ser incorporada y poseer rango constitucional. Aún
más atrás quedaba la oligárquica democracia representativa manejada por los
cogollos del bipartidismo de masas de AD y Copei. Se nos venía encima una era,
incluso de potencia mundial, basada en la capacidad de todo el pueblo para participar en las decisiones importantes de la sociedad: cuchillada directa a
la yugular del sistema oligárquico burgués y ejemplo para la Historia
Universal. No llegábamos a la democracia directa porque eso era infantil; la
pequeña burguesía, nacida al calor de los "movimientos horizontales", no caería en la trampa dogmática, perjudicial y anacrónica de los comunistas y
sus experiencias soviéticas, manejada por partidos comunistas dominados por sus
estructuras burocratizadas y ancianas que no daban paso a nuevas generaciones.
No, aquí la línea era “inventamos o erramos”, con lo cual fallar siempre queda
como algo legítimo y “socialista”, aunque Simón Rodríguez fuera un liberal.
Pero, de pronto, comenzó a sustituirse a las masas por
una militancia de redes y de inscripción de calle, que dejaría boca abierta a
Bernstein y a toda su jauría de revisionistas forjada en más de un siglo de anticomunismo rancio y barato. De pronto, las masas estaban contaminadas y
reunir al “Partido más grande de América Latina” en asambleas informativas para
orientar las decisiones y recibir aplausos de aval, era más importante que
"las masas" en general. Pero no bastaba, había que seguir avanzando y, de pronto otra vez, llegamos al cénit del pensamiento bolivariano: ahora los aumentos de
sueldo, la política social, la distribución de alimentos, medicamentos y
gasolina se hace como "lo diga Nicolás". Pero no pensemos que este
giro es individualista; con toda seguridad, en las próximas horas ministros,
gobernadores, alcaldes y cualquier funcionario público hará de esta su
filosofía y conoceremos las fórmulas revolucionarias de gestión social más
avanzadas del siglo XXI... claro, resumidas en un "porque lo digo yo".
La "lógica" de los socialistas, de
aquellos que viven en las "direcciones" (jamás elegidas) burocratizadas, ancianas y que no dan paso a nuevos integrantes, sigue haciendo aguas entre
bandazos y giros a estribor, esto desde el momento en el cual el eclecticismo en que se
funda (las famosas tres patas que explicó el Camarada Jerónimo Carrera) se
adereza cada día más de un oportunismo que lucha por despuntar en lo político, pero también en lo económico, marcado por el parasitismo rentista.
Para los socialistas del siglo XXI la racionalidad
de las masas se afirma en las emociones que despliegan (por ello, toda actividad
política socialista es más un bonche que una actividad política) y la
racionalidad de la nomenclatura se articula por medio de ellas para
sustentarse. Por eso un elemento base del aumento de la gasolina es que, si
continúa con ese precio, beneficia a los pudientes y afecta al pueblo que no posee
vehículo (no se considera al resto de factores que terminan afectándolo). Así, al excitar
la aversión de clase se logra la emoción de clase (no la conciencia). Para la
nomenclatura socialista hemos alcanzado una sociedad democrática homologada
("Todos somos Chávez") y las múltiples identidades (lo de clases
sociales es caduco) se generan y expresan en base a demandas articuladas (a
través del Partido o de las encuestas del Carnet de la Patria) y que hay que
satisfacer.
Esta forma de construir lo político es la que
permite análisis focalizados de la realidad. El problema de la gasolina se basaría solo en que no cubre sus costos de producción vendida al precio marcado hasta el 31-5-2020 y, ante el bloqueo, el pobre Estado debe hacer grandes
sacrificios para mantener los bonos. Los grandes beneficiarios son los que
poseen vehículos y el Imperialismo que avanza. Por nada del mundo se habla de
las mafias de militares, gobernadores y alcaldes en la construcción del mercado
negro de la gasolina, de los alimentos del CLAP y cuanta cosa sirva para
generar modelos de acumulación capitalistas ilegales, pero legítimos
(corrupción) en una sociedad parasitaria como la venezolana.
Pasamos desde un odio patriótico al dólar a aceptarlo
como nueva moneda, sustituta del Petro y del Bolívar. Si logramos que las masas
se emocionen seguiremos avanzando.
A pocas horas de la medida, ya los socialistas advierten
que las críticas vendrán de la "izquierda" y la "derecha",
lo que resulta en una auto confesión de ser parte de un inexistente
"centro" político. Se muestran de nuevo por encima de todos y
exponen a su jerarca como expresión divina de sus deseos: "lo que diga
Nicolás". Poco importa un gran, sincero y revolucionario debate en el seno
de los trabajadores petroleros que llevan décadas denunciando las marramucias
de los grandes compatriotas; en el seno de los consejos comunales, sustituidos
por funcionarios para la toma de decisiones; en el seno de los campesinos que
combaten al estéril latifundio y son masacrados como respuesta a su rebeldía
histórica; en el seno de la intelectualidad para fundar las bases de un
desarrollo científico-técnico que nos permita, de forma progresiva, dejar de
importar impidiendo que la corrupción en los puertos siga alimentando parte de la
pequeña burguesía ("en perfecta unión cívico-militar").
2020, año de grandes impactos. Mayo termina con el
renacer de la insurrección espontánea en Estados Unidos, la muerte de la
Democracia Participativa y el nacimiento del bonapartismo bolivariano. Como
dijera el moreno de Tréveris: "la historia ocurre dos veces: la primera como una
gran tragedia y la segunda como una miserable farsa".
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