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domingo, 31 de mayo de 2020

DE LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA A "LO QUE DIGA NICOLÁS"

Armiche Padrón,
31-05-2020.

[Entre tragedias de ayer y farsas de hoy, se mueve ante nuestros ojos el tema del precio de venta al público de la gasolina, en un país que cuenta con poco más de 1,5 millones de vehículos diversos conformantes de su parque automotor, pero también con muchos más millones de ciudadanos ansiosos de ser consultados no por un juez único e inauditable (el Carnet de la Patria), sino por formas transparentes (por frontales) de hablar con la gente, esas que, en más de una ocasión, aplicó Hugo Chávez, en nombre de cuyo legado hoy se entroniza más de un disparate vestido de "democracia participativa"... la que consiste en que yo tomo las decisiones y te las participo. Ndecc].


Dip. Armiche Padrón.
Bien atrás queda aquel 1998-1999 cuando el movimiento de masas (incluyendo la reaccionaria) se puso de pie en Venezuela bajo la bandera de la "participación", bandera tan importante para esa movilización que debió ser incorporada y poseer rango constitucional. Aún más atrás quedaba la oligárquica democracia representativa manejada por los cogollos del bipartidismo de masas de AD y Copei. Se nos venía encima una era, incluso de potencia mundial, basada en la capacidad de todo el pueblo para participar en las decisiones importantes de la sociedad: cuchillada directa a la yugular del sistema oligárquico burgués y ejemplo para la Historia Universal. No llegábamos a la democracia directa porque eso era infantil; la pequeña burguesía, nacida al calor de los "movimientos horizontales", no caería en la trampa dogmática, perjudicial y anacrónica de los comunistas y sus experiencias soviéticas, manejada por partidos comunistas dominados por sus estructuras burocratizadas y ancianas que no daban paso a nuevas generaciones. No, aquí la línea era “inventamos o erramos”, con lo cual fallar siempre queda como algo legítimo y “socialista”, aunque Simón Rodríguez fuera un liberal.

Pero, de pronto, comenzó a sustituirse a las masas por una militancia de redes y de inscripción de calle, que dejaría boca abierta a Bernstein y a toda su jauría de revisionistas forjada en más de un siglo de anticomunismo rancio y barato. De pronto, las masas estaban contaminadas y reunir al “Partido más grande de América Latina” en asambleas informativas para orientar las decisiones y recibir aplausos de aval, era más importante que "las masas" en general. Pero no bastaba, había que seguir avanzando y, de pronto  otra vez, llegamos al cénit del pensamiento bolivariano: ahora los aumentos de sueldo, la política social, la distribución de alimentos, medicamentos y gasolina se hace como "lo diga Nicolás". Pero no pensemos que este giro es individualista; con toda seguridad, en las próximas horas ministros, gobernadores, alcaldes y cualquier funcionario público hará de esta su filosofía y conoceremos las fórmulas revolucionarias de gestión social más avanzadas del siglo XXI... claro, resumidas en un "porque lo digo yo".

La "lógica" de los socialistas, de aquellos que viven en las "direcciones" (jamás elegidas) burocratizadas, ancianas y que no dan paso a nuevos integrantes, sigue haciendo aguas entre bandazos y giros a estribor, esto desde el momento en el cual el eclecticismo en que se funda (las famosas tres patas que explicó el Camarada Jerónimo Carrera) se adereza cada día más de un oportunismo que lucha por despuntar en lo político, pero también en lo económico, marcado por el parasitismo rentista.

Para los socialistas del siglo XXI la racionalidad de las masas se afirma en las emociones que despliegan (por ello, toda actividad política socialista es más un bonche que una actividad política) y la racionalidad de la nomenclatura se articula por medio de ellas para sustentarse. Por eso un elemento base del aumento de la gasolina es que, si continúa con ese precio, beneficia a los pudientes y afecta al pueblo que no posee vehículo (no se considera al resto de factores que terminan afectándolo). Así, al excitar la aversión de clase se logra la emoción de clase (no la conciencia). Para la nomenclatura socialista hemos alcanzado una sociedad democrática homologada ("Todos somos Chávez") y las múltiples identidades (lo de clases sociales es caduco) se generan y expresan en base a demandas articuladas (a través del Partido o de las encuestas del Carnet de la Patria) y que hay que satisfacer.

Esta forma de construir lo político es la que permite análisis focalizados de la realidad. El problema de la gasolina se basaría solo en que no cubre sus costos de producción vendida al precio marcado hasta el 31-5-2020 y, ante el bloqueo, el pobre Estado debe hacer grandes sacrificios para mantener los bonos. Los grandes beneficiarios son los que poseen vehículos y el Imperialismo que avanza. Por nada del mundo se habla de las mafias de militares, gobernadores y alcaldes en la construcción del mercado negro de la gasolina, de los alimentos del CLAP y cuanta cosa sirva para generar modelos de acumulación capitalistas ilegales, pero legítimos (corrupción) en una sociedad parasitaria como la venezolana.

Pasamos desde un odio patriótico al dólar a aceptarlo como nueva moneda, sustituta del Petro y del Bolívar. Si logramos que las masas se emocionen seguiremos avanzando.

A pocas horas de la medida, ya los socialistas advierten que las críticas vendrán de la "izquierda" y la "derecha", lo que resulta en una auto confesión de ser parte de un inexistente "centro" político. Se muestran de nuevo por encima de todos y exponen a su jerarca como expresión divina de sus deseos: "lo que diga Nicolás". Poco importa un gran, sincero y revolucionario debate en el seno de los trabajadores petroleros que llevan décadas denunciando las marramucias de los grandes compatriotas; en el seno de los consejos comunales, sustituidos por funcionarios para la toma de decisiones; en el seno de los campesinos que combaten al estéril latifundio y son masacrados como respuesta a su rebeldía histórica; en el seno de la intelectualidad para fundar las bases de un desarrollo científico-técnico que nos permita, de forma progresiva, dejar de importar impidiendo que la corrupción en los puertos siga alimentando parte de la pequeña burguesía ("en perfecta unión cívico-militar").

2020, año de grandes impactos. Mayo termina con el renacer de la insurrección espontánea en Estados Unidos, la muerte de la Democracia Participativa y el nacimiento del bonapartismo bolivariano. Como dijera el moreno de Tréveris: "la historia  ocurre dos veces: la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa".






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