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jueves, 23 de abril de 2020

Inmortalidad

Roberto Hernández Montoya,
ÚN, 23-4-20.

Roberto Hernández Montoya
"¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!". José Millán-Astray, El Fascista Perfecto.

Hay una guarimba global contra la cuarentena. Con temeridad de inmortales suspenden el confinamiento. Enarbolan pancartas que notifican que “la covid-19 es mentira”. Más clarividencia y se mueren de luz.

La inmortalidad teme a la vida y por eso añora el consuelo de la muerte. Como dictaminó Jorge Luis Borges para la eternidad, a la inmortalidad no le impresiona la verdad y tampoco el modo de encontrarla, o sea, la inteligencia. Vive en un sopor eterno fácil de confundir con la imbecilidad, pero sospecho que está vinculado más bien con una modalidad atroz de la felicidad.

Una dicha amodorrada, como la de cualquier ultraderechista. Busca su lucidez en las redes sociales. O cuando destituye al capitán de un portaviones porque denunció que había Covid-19 a bordo. Matar a quien porta malas noticias es un luminoso rasgo de inteligencia.

Ser inmortal va más allá de la trivial y acaso vulgar ausencia de muerte. Basta sentirse inmortal para serlo, como quienes se burlaban de la enfermedad de Chávez. Se inmortalizaron con eso.

Pero la inmortalidad no está exenta de requisitos. Entre ellos destaca esa modorra mental que enlazo con la dicha, lo que no me sorprende porque inmortalidad es plenitud.

Veo esa beatitud en la ultraderecha mundial encabezada por el inmortal Donald Trump: protagonizan una heroica rebelión contra la mediocridad del afán de supervivencia de quienes nos creemos mortales. Salen con armas largas a manifestarse contra la cuarentena. Combaten el Coronavirus a balazos. Obvio. Planean extinguir el virus acribillando a toda la gente contagiada, por aquel sabio principio de “muerto el perro se acabó la rabia”. Interesante apotegma profiláctico que deberá estudiarse a profundidad en las escuelas de medicina. Curan la caspa mediante la decapitación. Trump, su líder máximo, el Guarimbero Mayor, llama por Twitter a guarimbear en Michigan, Minesota y Virginia.

Es heroico despreciar la muerte. Como la academia de pelota margariteña. Desafió a la Parca ignorando la cuarentena. Su bravura la lleva a echar a rodar una bola de nieve y, siguiendo su lógica macabra, anhela terminar solo con la extinción de la humanidad.

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