C. Armiche Padrón*,
Cumaná, 1-04-2020
C.amarada Lenin barriendo la escoria. |
Todo sistema de ideas, al ser dinámico, esto es, histórico, posee no pocas hendiduras de las cuales comienzan a mostrarse sus fallas, sus verdaderos supuestos y contradicciones para no solo experimentar un distanciamiento con la realidad concreta, sino para demostrar cómo el mismo se impone a esa realidad hasta que esta se rebela y lo destruye. En el caso del liberalismo y su versión imperialista, el neoliberalismo, toda vez que se yergue como un sistema de ideas y no como una concepción filosófico-científica de la sociedad y la naturaleza, es más que evidente esta situación. De ahí los vanos intentos de la economía política burguesa por intentar, a cada crisis del capitalismo, desarrollar "escuelas" que solo procuran "adaptar" al liberalismo a la cruel realidad que se niega a aceptar ser regida por sus "leyes". Desde los neoliberales, no sin dejar de pasar por keynesianos, neoclásicos, marginalistas, monetaristas, institucionalistas o manageristas, las tesis de la “democratización del capital”, del capital con rostro humano y todas las "escuelas", "vertientes" y "teorías" de la economía política burguesa, poseen un punto de arranque: Adam Smith ("padre de la economía política" -burguesa). Y he aquí el gran problema.
Entre las ventajas que otorga la pandemia, están las de encontrar tiempo para hacer relecturas y volver a disfrutar de viejas películas, pero esta vez sin que el reloj marque los tiempos de rutinas establecidas. Y es el caso de volver a ver Mentes brillantes, ganadora del Óscar a la mejor película en el año 2001, la cual esboza la historia del Premio Nóbel de Economía de 1994, John Nash, por sus descubrimientos acerca de la Teoría de los Juegos.
Importa resaltar, dejando de lado los elementos técnicos de la película, y aquellos que la ficción obliga a la hora de sintetizar una vida en tan corto tiempo, el hecho central de que John Nash, trabajando en la prestigiosa Universidad de Princeton en los años 50 del siglo pasado, demostró, desde una perspectiva matemática, que los supuestos teóricos empleados por Adam Smith en 1776 en su obra La riqueza de las naciones (especie de Viejo Testamento de la burguesía de hoy en día), eran falsos en absoluto. Es decir, más de siglo y medio de teoría económica era destrozado ante la fuera del razonamiento matemático, y casi 100 años después de El Capital. Por cierto, y hablando de matemáticas y de Marx, este escribía a Engels en 1860: «La única actividad que me produce la necesaria tranquilidad de espíritu son las matemáticas»; luego, en 1873, le escribiría: «En mi tiempo libre hago cálculo diferencial e integral. Por cierto, tengo un montón de libros sobre el tema y te puedo enviar uno si te interesa tantearlo. Lo creo muy necesario para tus estudios militares».
Para Adam Smith, el máximo del bienestar general de una sociedad se logra con la búsqueda ingente de cada individuo por su bienestar individual; así, la sumatoria de estos intereses egoístas, generaría un bienestar general en la sociedad: el individualismo se posesionó en la economía política.
Nash demuestra todo lo contrario. El bienestar general se logra por la acción individual, sin desatender el punto de vista general (social). De esta manera, Nash elimina al egoísmo liberal que tanto clisé ha desarrollado como mampara del "mundo libre", y plantea las realidades múltiples en las cuales los equilibrios se exponen de acuerdo con la diversidad de intereses de los participantes.
¿Por qué se silenciaron de esta manera los trabajos de Nash? Fueron y son investigaciones que convocaban, con urgencia, a replantear las políticas económicas del momento y sobre las cuales gravitaban, y gravitan hoy en día, la suerte, el bienestar y la vida misma de millones de personas. Se me ocurre pensar que la tan publicitada "globalización" (hoy día con más plomo en el ala gracias a un virus), no se hubiese planteado, pues los trabajos de Nash apuntaban hacia la consolidación de los Estados-nación antes que a las mega relaciones globales, tan de moda en este siglo.
De igual manera, y casi de forma paralela, para citar otro ejemplo, Lipsey y Lancaster enuncian el llamado Teorema del Segundo Mejor, gracias al cual se determina que un país funcionaría mejor en la medida en que se desarrolle en él una mayor injerencia del Estado.
Estas dos perspectivas quedaron en el olvido. El gran poder del capital las desestimó. Pero, ¡oh bendito sea el destino!, la Universidad de Chicago lograría recibir en su seno a Milton Friedman y desarrollar la denominada Escuela Monetarista, la cual plantea la máxima ley del liberalismo: el retiro total del Estado de la economía y que sea el "libre" mercado quien la regule de manera natural; y, en segundo lugar, "emítase moneda de acuerdo a su nivel de crecimiento". Después sabemos lo que sucedió: Margaret Thatcher y Ronald Reagan comenzaron a vender el recetario aunque, extraño, ningún país desarrollado lo aplicó.
¿Por qué los razonamientos de los monetaristas, basados en falsedades (otra vez apelamos a Nash) recibieron y reciben tanta cobertura mediática, santidad académica y tanto respaldo del poder político? Podríamos dar más ejemplos; sin embargo, estos bastan para demostrar que la teoría económica dominante y oficial se viene manejando de manera acientífica desde el momento en que se desechan descubrimientos científicos de gran envergadura que, al menos, deberían ser debatidos y, por el contrario, se asumen hipótesis (falsas) como leyes naturales y universales.
No dejaremos la pregunta al aire. Tan solo recordaremos que universidades como las de Chicago, Harvard, New York, Columbia y Standford fueron fundadas por la industria petrolera anglonorteamericana. En particular, la de Chicago fue fundada por el amigo de Rómulo Betancourt, el magnate petrolero John D. Rockefeller (Standar Oil). Repasar la historia desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) hasta nuestros días, nos obliga a entender la impronta de la industria petrolera en el quehacer diario y en la toma de decisiones del mundo capitalista. Es evidente que el pecado original lo cometió Adam Smith partiendo de falsedades que aún muchos consideran al mismo nivel que la "palabra" de su Dios.
*Secretario Político del CR-Sucre del PCV,
Miembro del CC-PCV y Profesor Universitario.
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